Siempre que Primitivo Rodríguez salía a correr por los alrededores de Medina de las Torres llegaba a casa con la misma idea: «Qué pena que la dehesa se esté muriendo, cada vez hay menos encinas». Un sentimiento que siempre rondaba la cabeza de este productor de cine afincado en Madrid y que gracias a un cúmulo de casualidades se convirtió en un proyecto empresarial consistente en desarrollar un tipo de encina de rápido crecimiento que ayuda a repoblar el más representativo ecosistema de Extremadura.
El siguiente paso para sacar adelante la idea tuvo como escenario el pasillo de un hospital de Pamplona. Mientras acompañaba a su padre, Rodríguez conoció a un profesor de la Universidad de Navarra que trabajaba en la estimulación del crecimiento de árboles. Poco meses después, Primitivo Rodríguez, a través de la Fundación Contributa Lulia, encargó a especialistas de este centro universitario que hicieran un estudio sobre la implantación de sus técnicas en la encina extremeña. Ya estaba todo en marcha y poco después el vivero Medinaflor se convertía en el primero de España en comercializar este tipo de magnífico 'quercus'.
El siguiente paso para sacar adelante la idea tuvo como escenario el pasillo de un hospital de Pamplona. Mientras acompañaba a su padre, Rodríguez conoció a un profesor de la Universidad de Navarra que trabajaba en la estimulación del crecimiento de árboles. Poco meses después, Primitivo Rodríguez, a través de la Fundación Contributa Lulia, encargó a especialistas de este centro universitario que hicieran un estudio sobre la implantación de sus técnicas en la encina extremeña. Ya estaba todo en marcha y poco después el vivero Medinaflor se convertía en el primero de España en comercializar este tipo de magnífico 'quercus'.
El secreto
Una 'súper encina' necesita salir de una buena bellota. De ahí que el primer paso sea la selección de las mejores semillas. Para ello Medinaflor acude a los rodales de la Junta de Extremadura que aseguran dar frutos de buena calidad. Luego los elegidos se analizan para ver si están dañados por dentro, se deshechan los que no están en condiciones y se siembran los que están sanos por dentro y por fuera. «La intención es garantizar al máximo que la bellota que vamos a plantar está en perfecto estado» explica Primitivo Rodríguez, «Pero todo lo extraordinario empieza cuando la planta se siembra». Las bellotas se introducen en en alveolos con una turba compuesta con los nutrientes investigados. Es aquí donde reside el secreto del éxito del crecimiento acelerado, misterio que por supuesto el empresario se niega a desvelar.
Una vez en los alveolos las bellotas se llevan al vivero en el que se les proporciona un medio y un riego idóneo que hace que la planta germine extraordinariamente. A los seis meses y si la planta se ha desarrollado correctamete, el alveolo que contiene la bellota estará lleno de raíces. En este momento ya se puede llevar a la dehesa. «En el campo se produce un 'boom' y se dispara el crecimiento», matiza Rodríguez. En tres años todas tendrán más de un metro y cincuenta centímetros de altura. El alto grado de supervivencia y la rapidez de crecimiento que hace que al cuarto año los árboles ya den bellota (lo normal es que sea a los 25) son las claves del éxito de esta empresa.